Ventajas y desventajas de ser emprendedor: cómo emprender con hijos y en contra de tu familia

ventajas y desventajas de ser emprendedor

Este no es otro post de frases bonitas y promesas vacías. Es un aterrizaje realista con sello Mentwin, donde te contamos, sin filtro, lo que implica lanzarte al ruedo; las ventajas y desventajadas de ser emprendedor. Si alguna vez te han vendido que emprender es glamour, coworkings con café gratis y éxito rápido… hoy venimos a desmontarte el mito. Porque la mentalidad emprendedora real se construye con calle, humildad y, sobre todo, con una buena dosis de aguante (sí, esa palabrita mágica que no se enseña en ningún máster).

En este artículo vamos a hablarte de lo que no se enseña en los cursos o másteres: cómo forjar carácter cuando todo tiembla, cómo gestionar la frustración cuando te esfuerzas y no llegan los resultados, y por qué la humildad, el gen competitivo y la capacidad de adaptarte son tus mejores aliados para construir un negocio que dure. No venimos a darte una clase, venimos a contarte lo que aprendimos a base de tropiezos y aciertos. Así que si estás pensando en emprender, o ya lo haces y a veces sientes que estás solo… este post es para ti.

¿Vale la pena ser emprendedor? Las ventajas y desventajas desde dentro

Emprender no es para todo el mundo. Lo decimos sin filtro, con la sinceridad que solo pueden tener dos hermanos que han sudado (y reído) juntos en esta y en otras batallas empresariales. Porque, claro… muchos te venden la parte bonita del emprendimiento: libertad, independencia, «trabaja desde la playa», el Ferrari… Pero pocos te cuentan lo que pasa cuando se te acaba el dinero, el cliente quiere pagarte menos de lo que pides o te toca currar con fiebre y con tres hijos dando vueltas por casa.

Lo que casi nadie dice es que las ventajas y desventajas de ser emprendedor conviven al mismo tiempo. Hay días en los que sientes que todo tiene sentido y que vas por el buen camino, y otros en los que quieres salir corriendo y te preguntas si hay una conspiración universal contra ti (bueno… aunque si nos conoces ya sabes que realmente el responsable de lo que te ocurra… eres tú). Este post es para ti, que estás valorando lanzarte al ruedo, o para ti, que ya estás dentro y te preguntas si eres el único que lo está flipando (spoiler: no lo eres).

Por qué decidimos emprender (spoiler: no fue por el dinero)

Nuestra motivación inicial no fue un Ferrari ni ser nuestros propios jefes (aunque eso suena tentador). Fue la necesidad de hacer algo con sentido, algo que nos motivara de verdad. Venimos de una familia donde el emprendimiento era una palabra tabú. Lo más cerca que habíamos estado de un negocio era vender en clase estampas de fútbol… y ni siquiera eso intentamos.

Pero vimos oportunidades, sentimos la chispa, y nos lanzamos. Sin red. Con miedo. Con ganas. Y con una mochila de creencias limitantes que hemos ido vaciando a hostias, una por una. La típica de “mejor algo fijo que un sueño incierto” nos la tatuamos… y luego nos la quitamos con láser emprendedor.

Las primeras señales de que emprender era para nosotros

Esa sensación de no encajar en lo tradicional. De querer más. De no soportar la idea de vivir en piloto automático. Si cada lunes se te hace bola y estás deseando que llegue el viernes… quizás no es tu trabajo, es tu forma de vivir.

Nosotros empezamos a notar que teníamos algo dentro que pedía más libertad, más acción, más impacto. Lo veíamos en pequeños detalles: cuestionábamos todo, proponíamos mejoras incluso cuando no nos las pedían, y soñábamos despiertos con proyectos que aún no existían.

¿Y sabes cuándo lo supimos del todo? El día que llevábamos una semana pateando las calles ofreciendo un servicio que, en el fondo, ni siquiera era nuestro. Proyecto ajeno, sin contrato, sin paga, y encima con dinero nuestro metido. Fuimos puerta por puerta, sonriendo con dolor de pies, fingiendo confianza mientras por dentro dudábamos de todo. El plan era «ver si salía algo». Lo único que salió fue un callo nuevo y la certeza de que ese no era nuestro camino.

Esa noche, al volver a casa, lo hablamos. Estábamos cabreados, cansados, frustrados. Pero hubo un clic. Dijimos: “Vale. Esto no. Pero emprender, sí. A nuestra manera, con nuestros valores y con nuestros proyectos. Aunque sea más lento. Aunque cueste más. Aunque nadie lo entienda al principio.”

Emprender fue nuestra manera de diseñar la vida a nuestra medida. Aunque el proceso no es una línea recta: es más bien una montaña rusa con loops inesperados, con bajadas que te dejan sin aire y subidas que te hacen gritar de emoción. Si eso suena como algo que podrías disfrutar (aunque sea con miedo), ya estás más cerca de tu respuesta.

¿Vale la pena ser emprendedor? Sí. Pero solo si lo haces con los ojos bien abiertos, con ganas de aprender y con la valentía de equivocarte. Porque las ventajas y desventajas de ser emprendedor son parte del mismo viaje. Y es un viaje que puede cambiarte la vida. Ahora sí que sí, vamos con las ventajas y desventajadas de ser emprendedor:

Ventajas de ser emprendedor que hacen que todo valga la pena

Ahora sí. Vamos con la parte luminosa, la que te hace aguantar cuando todo tiembla. Porque a pesar de las curvas, hay muchas razones por las que emprender sigue valiendo la pena. Aquí te compartimos las que más nos encienden el alma (y nos hacen seguir en la trinchera con una sonrisa).

Libertad, autonomía y hacer las cosas a tu manera

No vamos a mentir: una de las mayores ventajas de ser emprendedor es la libertad. Y tras haber hablado con cientos de emprendedores esta es la prinicpal ventaja que la mayoría siente al emprender. Y no, no nos referimos a estar tirados en una hamaca con un mojito (aunque ojalá). Hablamos de la libertad de elegir tus batallas, de crear tu propio sistema, de decidir cómo y con quién trabajas. Hablamos de autonomía real.

Nosotros decidimos no trabajar con gente tóxica, ni aceptar proyectos que vayan contra nuestros valores. Podemos decidir si un miércoles por la mañana llevamos a nuestros hijos al cole sin correr, o si trabajamos desde una cafetería en lugar de una oficina. Y eso, aunque parezca pequeño, vale más que muchos ceros en la cuenta.

Crear impacto real: cuando tu negocio transforma vidas (incluida la tuya)

Hay algo mágico en ver cómo lo que haces cambia la vida de otra persona. Cuando un cliente te dice: “gracias a ti me atreví”, o “esto que hiciste me salvó el mes”, se te olvida todo el cansancio.

Emprender te conecta con el propósito. Ya no solo trabajas por dinero, trabajas por dejar una huella, por construir algo que resuene. Y sí, eso también te transforma a ti. Te vuelve más valiente, más empático, más consciente. Si emprender no te cambia, es que no lo estás viviendo de verdad.

Aprender, crecer y equivocarte con estilo

Emprender es el MBA más salvaje que puedes hacer. Pero sin corbata y con mucha calle. Aprendes de todo: desde cómo leer un contrato hasta cómo gestionar un equipo, pasando por marketing, ventas, redes sociales y hasta psicología básica.

Y te equivocas. ¡Vaya si te equivocas! Pero esas metidas de pata, si las usas bien, se convierten en tu mejor máster. Hemos aprendido más de nuestras cagadas que de cualquier curso online. Y eso te da una confianza que no se compra. Porque sabes que, aunque te vuelvas a caer, ya sabes cómo levantarte.

Pero cuando entiendes que el fracaso es parte del proceso, que detrás de cada error que cometes hay un aprendizaje que de ninguna otra manera podrías haber obtenido, es cuando empiezas a sentir que no existe el fracaso, sino que el verdadero fracaso es no intentarlo.

Desventajas de ser emprendedor: lo que nadie te cuenta (pero deberías saber)

Ya lo dice el yin y el yang: no hay luz sin sombra. Emprender tiene momentos brillantes, sí, pero también tiene su lado oscuro. Aquí no venimos a asustarte, venimos a decirte la verdad para que cuando vengan mal dadas, no te pillen con los pantalones bajados (ni el Excel abierto sin guardar).

Inseguridad financiera: bienvenido al club de “no sé cuánto ganaré este mes”

Si vienes de un sueldo fijo, prepárate. Ser emprendedor implica aprender a vivir con la incertidumbre. A veces facturas un montón en un mes y al siguiente… grillos. Y eso, si no sabes gestionarlo, puede afectar tu salud mental, tu motivación y hasta tu entorno.

Nosotros lo vivimos en carne propia. Épocas de vacas flacas en las que hacíamos magia para estirar cada euro. Pues siempre hemos sido los últimos en cobrar y los que menos hemos cobrado, aunque siempre hemos tenido nuestra propia nómina. Porque sí, una cosa es tener libertad y otra muy distinta es ver la cuenta temblando a fin de mes. Por eso es vital aprender a gestionar tus finanzas, crear colchones, diversificar y, sobre todo, no volverte loco cuando un mes va mal. Porque el siguiente puede ser el mejor del año.

Soledad: nadie te prepara para tomar decisiones en la oscuridad

Otra de las grandes desventajas de ser emprendedor: la soledad. Nadie habla de esto en los eventos de networking, pero cuando eres tú quien tiene que tomar una decisión difícil, sin un jefe que te diga qué hacer, sin compañeros de oficina que te escuchen desahogarte, la cosa cambia.

Hay días en los que parece que estás en una isla. Y no una de esas con palmeras y cocos. Una de esas donde todo el peso recae sobre ti. Y si no construyes una red de apoyo (mentores, colegas, comunidad), puedes sentir que te estás volviendo loco. Nosotros lo vivimos. Por eso buscamos crear comunidad, rodearnos de otros locos como nosotros, que entienden lo que es vivir con la mochila del “todo depende de mí”.

Autoexigencia sin freno: el síndrome del “nunca es suficiente”

Cuando emprendes, es fácil caer en la trampa de querer hacer más, tener más, ser más. Y eso puede llevarte al agotamiento. No tienes horarios fijos, nadie te dice “basta”, y tú mismo te conviertes en el jefe más duro que has tenido.

Nos ha pasado mil veces. Sacas un proyecto y en lugar de celebrarlo, ya estás pensando en el siguiente. Llegas a metas que antes soñabas y ahora te parecen normales. La exigencia te devora si no pones límites. Por eso aprender a parar, a disfrutar del camino, a darte permiso para descansar… también es parte del juego.

Transformar las desventajas en superpoderes: cuando el caos se vuelve impulso

Aquí viene la parte que más nos gusta: transformar cada piedra en el zapato en una palanca. Porque sí, emprender es duro, pero también es un entrenamiento constante en resiliencia, creatividad y visión a largo plazo.

Cada “no” que recibes, afila tu discurso. Cada error que cometes, pule tu estrategia. Cada noche sin dormir, fortalece tu compromiso. Las desventajas de ser emprendedor no son obstáculos, son parte del viaje. Y si aprendes a abrazarlas en vez de resistirlas, se convierten en el motor que te lanza más lejos.

Porque al final, lo que vale más en este camino no es la facturación, ni el reconocimiento, ni siquiera la libertad. Lo que vale más es en quién te conviertes mientras luchas por tus sueños. Es esa versión tuya que emerge entre retos, aprendizajes y pequeñas victorias. Esa que no sabías que estaba ahí… hasta que decides apostar por ti.

Y si estás leyendo esto, quizá sea el momento de hacerlo. De dejar de posponer y empezar a construir. Con miedo, sí. Con dudas, claro. Pero con una certeza que te va a acompañar siempre: no estás solo. Aquí estamos, en el mismo camino, empujando con fuerza, con humor, con corazón.

Vamos a por ello. Porque si lo haces desde el alma… siempre, siempre vale más.