Cómo emprender un negocio: 9 claves que debes tener en cuenta antes de empezar

Bienvenido a un nuevo post de los gemelos de Mentwin. Hoy nos metemos de lleno en algo que nos toca a todos los que decidimos montar algo propio: cómo emprender un negocio desde cero sin morir en el intento (ni en Hacienda).

Este post no nace de una teoría bonita ni de una fórmula mágica. Nace de la vida real. De una conversación cargada de verdad, aciertos, tropiezos y mucha pasión con la fundadora de uno de los centros estéticos más potentes de su zona. De ahí hemos sacado 9 claves que no te da ningún máster, pero que pueden marcar la diferencia entre aguantar tres meses o crear un negocio con futuro.

Hablamos de pasta, de miedos, de familia, de clientes que llegan sin puerta, de dudas, motivación y decisiones valientes. Todo lo que no sale en los libros, pero sí en la vida.

¿Te quedas? Porque este no es otro post de “cómo emprender un negocio”. Es uno que habla tu idioma, pisa tierra y te da herramientas reales para avanzar con claridad:

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1. Emprender un negocio con el ejemplo (o con la intuición)

Si has crecido viendo a tu familia montar negocios —aunque fueran pequeños o acabaran en fracaso—, ya llevas una ventaja: conoces las entrañas del emprendimiento. Sabes que no es fácil, que hay meses buenos y meses de apretarse el cinturón. Has visto lo que implica abrir un negocio desde cero, no solo en números, también en emociones.

Pero esa experiencia puede tener doble filo. Porque te inspira, sí, pero también te puede frenar si viste cómo todo se desmoronó alguna vez. Ahí es donde toca hacer las paces con la historia familiar y decidir escribir la tuya, con lo aprendido como brújula, no como ancla.

Ahora bien, si en tu casa nunca se emprendió y lo más parecido a “ser tu propio jefe” fue tu padre cambiando turnos con su compañero, no te preocupes. No tener referentes no significa estar perdido: significa que vas a ser el primero en tu linaje. Y eso también es poderoso.

Consejillo práctico para emprender un negocio:

  • Si tuviste ejemplos cercanos, haz dos listas: qué funcionaba y qué no. De ahí puedes sacar un modelo propio.
  • Si no los tuviste, busca referentes intencionalmente: emprendedores en redes, libros, podcast, o incluso tomando un café con alguien que tenga un negocio local. Rodéate de experiencias reales, no de humo de Instagram.

2. Las crisis enseñan más que los éxitos

Hay una mentira que se repite mucho en el mundo del emprendimiento: que hay que esperar el momento perfecto para empezar. Spoiler: ese momento no existe.

Si estás esperando a tener tiempo, dinero, energía, apoyo, confianza y alineación cósmica… vas a esperar toda la vida. Y lo peor es que mientras esperas, tu motivación se enfría, tu idea se diluye y tu incomodidad se convierte en rutina.

La mayoría de personas que empiezan un negocio desde cero lo hacen desde un momento “no ideal”:

  • Con un bebé en camino (o en brazos).
  • Con miedo y sin certezas.
  • Con dudas de si están lo suficientemente preparados.
  • Con la presión de un entorno que no siempre entiende su decisión.

Y sin embargo, arrancan. Porque entienden que el momento perfecto no llega; se fabrica mientras caminas.

No te estás saltando etapas, estás abriendo camino

Cuando decides emprender sin que todo esté resuelto, no estás siendo imprudente. Estás siendo valiente. Estás apostando por ti, aun sabiendo que hay riesgos. Porque, al final, quedarse donde no se crece también tiene un precio.

Empezar un negocio desde cero no es solo una decisión financiera o profesional. Es una declaración personal: “Creo que puedo hacerlo mejor. Quiero hacerlo a mi manera. Estoy dispuesto a aprender en el proceso.”

Y eso, amigo/a, es mucho más poderoso que esperar el “momento perfecto”.

Mini ejercicio de realidad:

Haz una lista de todas las razones por las que “no deberías” emprender ahora.
Luego, táchalas una a una preguntándote: “¿Esto me limita de verdad o solo me da miedo?”

Te prometemos que al final de esa lista no queda tanto como creías.

3. Prepárate para emprender cuando te dices que estás loco/a

No falla: decides montar algo por tu cuenta y de repente aparece una orquesta de opinólogos que te quieren “proteger” con frases como:

  • “¿Tú estás seguro de eso?”
  • “Con un niño pequeño no es momento para jugártela.”
  • “¿Y si te sale mal?”
  • “Con lo bien que estás en tu trabajo…”

Y ojo, muchas veces esas frases vienen desde el cariño, pero disfrazadas de miedo ajeno. Lo que en realidad están diciendo es: A mí me daría pánico hacer lo que tú estás a punto de hacer.”

Por eso, emprender desde cero no solo es una movida logística, también es una prueba emocional. Vas a tener que aguantar presión, miradas raras y hasta bromas. Y ahí es donde entra tu convicción.

Apoyo: si no lo tienes, créalo

Ojalá todos tuviéramos una familia emprendedora que nos diga “¡Dale, tú puedes!” desde el minuto uno. Pero no siempre es así. A veces, el entorno es más de “trabajo fijo, paga segura y no me líes la vida”. De hecho , en nuestro caso no fue así, en nuestra familia no teníamos ejemplo de personas emprendedoras cerca.

Y eso no significa que estés solo. Significa que tendrás que buscar o construir tu propia red de apoyo: una pareja que te escuche, un amigo que te anime, un mentor que te oriente, una comunidad de emprendedores que sepa lo que se siente.

Porque sí: tener al menos una persona que confíe en ti puede marcar toda la diferencia.

Y si no la tienes aún, no te frustres. Busca esa “persona vitamina” que te inspire, te rete y te recuerde que no estás loco: estás comprometido con tu crecimiento.

Consejo rápido y accionable para emprender:

Haz este ejercicio: Identifica quién en tu entorno te impulsa y quién te frena. Rodéate más del primero y limita el tiempo (o las conversaciones) con el segundo. No necesitas dramas ni personas que alimenten tus pensamientos limitantes, solo claridad.

4. Empieza tu negocio con lo mínimo, pero con mucha acción

Una verdad incómoda: emprender desde cero implica que durante un tiempo tu negocio no va a pagarte el sueldo que te mereces. Es más, puede que no te pague nada. Y no, no es porque estés haciendo algo mal: es porque estás construyendo.

Los primeros ingresos de un negocio suelen ir directos a:

  • Pagar proveedores.
  • Cubrir el alquiler o las herramientas.
  • Salarios si tienes personal desde el inicio.
  • Y sí… a tapar agujeros que no viste venir.

¿Y tú? Pues tú comes bocadillo de choped y sonríes. Porque sabes que este esfuerzo tiene sentido. Estás sembrando. Estás viviendo, constriyendo.

Emprender con cabeza, no con kamikazismo

Eso sí, no idealicemos la épica del “no cobrar” como si fuera obligatoria. Si puedes evitarlo, mejor. Porque emprender sin red puede ser romántico, pero también puede cansarte y peligroso, pues puedes entrar en una dinámica en la cual no valores tu propio trabajo.

Por eso, antes de lanzarte, necesitas un plan financiero realista. Algo tan sencillo (y tan potente) como esto:

  • ¿Cuánto necesitas al mes para vivir?
  • ¿Cuántos meses puedes aguantar sin cobrar?
  • ¿Qué fuente de ingresos paralela o colchón vas a usar durante ese tiempo?

Mensaje para futuros emprendedores:

Antes de darte de alta como autónomo/a, haz este ejercicio:

Define tu “plan de subsistencia” para los primeros 6 meses. Incluye:

  • Gastos personales mínimos.
  • Costes fijos del negocio.
  • Fuentes de ingreso paralelas (si las hay).
  • Una cifra de ahorro objetivo para cubrir ese tiempo.

Esto no es ser pesimista. Es ser inteligente.

5. Educación financiera: lo que entra no es todo tuyo (y mejor que lo sepas pronto)

Creas un negocio, haces tus primeras ventas y de repente tu cuenta empieza a moverse. ¡Qué subidón! Sientes que por fin lo estás logrando… hasta que llega el primer trimestre de impuestos y descubres que una parte importante de ese dinero nunca fue tuyo.

Bienvenido al lado serio del emprendimiento: entender que facturar no es ganar.

Muchos emprendedores caen en esta trampa al empezar. Ven dinero en la cuenta y asumen que pueden usarlo. Pero ese ingreso incluye:

  • El 21 % de IVA (que tendrás que devolver a Hacienda).
  • Retenciones de IRPF (si eres autónomo en estimación directa).
  • Costes laborales si tienes equipo.
  • Y, por supuesto, tu cuota de autónomo, alquiler, software, imprevistos, etc.

Si no te preparas, llega el batacazo. Y puede ser feo.

Juega como empresa desde el principio (aunque estés tú solo)

Uno de los mejores hábitos que puedes adquirir desde el primer euro es actuar como una empresa, no como un monedero ambulante.

Esto significa:

  • Separar tus cuentas personales y profesionales.
    Nada de mezclar gastos del súper con pagos de clientes.
  • Crear una cuenta solo para impuestos.
    Cada vez que factures, aparta automáticamente el 25 % – 30 % (según tu actividad). No es tuyo. Es de Hacienda. Y cuanto antes lo asumas, menos sufrirás.
  • Revisar tus números mínimo una vez al mes.
    Saber cuánto te cuesta operar, cuánto puedes pagar(te), y qué márgenes tienes. Si no lo ves, no lo puedes mejorar.

Consejo rápido y efectivo:

En cuanto recibas un pago, aplica la regla del 25-50-25:

  1. 25% a impuestos → mándalo directo a tu “cuenta trampa”.
  2. 50 % a cubrir gastos y reinversión.
  3. 25 % a tu colchón o sueldo personal.

Haz esta regla tuya y adáptala a tu situación.

Pildorita de oro:

Crea una cuenta bancaria solo para impuestos. Cada vez que factures, transfiere directamente ese 25 %. No lo veas. No lo toques. No es tuyo. Y cuando llegue el trimestre, te va a dar una paz mental que no tiene precio.

6. Ayuda primero, vende después

Emprender no va de vender por vender, va de resolver problemas o satisfacer deseos. Y cuando tu enfoque está en ayudar de verdad a la persona que tienes delante, las ventas llegan solas… y vuelven.

Muchas veces el error está en pensar: “¿Cómo hago para facturar más?”
cuando en realidad la pregunta correcta es: “¿Cómo puedo servir mejor y a más número de personas?”

Porque la diferencia se nota, y mucho, cuando:

  • No recomiendas lo más caro, sino lo que de verdad necesita tu cliente.
  • Prefieres educar antes que presionar.
  • Pones el foco en el resultado, no en el ticket.

Y eso, aunque no lo creas, es rentable a largo plazo. Porque construye reputación, confianza y relaciones sólidas. Lo que se traduce en clientes que repiten, recomiendan y te defienden con uñas y dientes.

Vender sin forzar, el arte del buen negocio

Ayudar no significa regalar. Ni rebajar tu trabajo. Significa ser honesto, generar valor y hacer que quien compra sienta que ha ganado más de lo que ha pagado.

Cuando tu producto o servicio mejora la vida de alguien, ya estás vendiendo bien.

Consejo que cambia la jugada en los negocios:

Cada vez que tengas que hacer una propuesta o un presupuesto, hazte esta pregunta:
“¿Esto es lo que yo le ofrecería a mi madre si fuera mi clienta?”

Si la respuesta es sí, vas por buen camino.

7. Clientes iniciales: tu peluquero, tu vecino y la amiga de tu prima

Cuando empiezas un negocio desde cero, es normal soñar con tener la agenda llena, seguidores en redes y clientes entrando solos por la puerta. Pero la realidad —la de verdad, no la de postureo— es que los primeros clientes no vienen de los anuncios, vienen de tu vida.

Sí, hablamos de amigas, vecinos, tu prima la que siempre tiene algo que hacerse, la chica de la frutería que te cae bien… y toda esa gente con la que has tenido trato directo y que confía en ti, aunque no sepa exactamente qué haces.

Este primer círculo es tu capital social inicial. No te va a durar para siempre, pero puede sacarte del cero y darte los primeros ingresos, reseñas y casos reales para construir confianza en tu negocio.

Presencia física: el marketing más antiguo (y efectivo)

No subestimes el poder de salir a la calle. Literalmente.

  • Ve a tiendas, comercios, ferias y eventos locales.
  • Llévate tus flyers, tu sonrisa y tu historia.
  • Habla con la gente. Cuéntales qué haces y por qué.

Ese boca a boca de barrio, de cara a cara, sigue siendo más potente que cualquier campaña online cuando estás empezando. Porque las personas te ven, te sienten cerca, y eso genera confianza inmediata.

Consejo de guerrilla (que funciona):

Haz una lista de 30 personas de tu entorno que podrían ser tus primeros clientes o recomendarte.
No hace falta que compren, basta con que te ayuden a correr la voz.

Envíales un mensaje personal (nada de copiar/pegar genérico): “¡Ey! Estoy arrancando este proyecto con mucha ilusión. Si conoces a alguien que pueda necesitarlo, ¿me harías el favor de pasárselo?”

Ese círculo puede ser tu primer embudo de ventas. Y muchas veces… funciona mejor que Meta Ads.

8. Tu relación con tus clientes es mucho más que €uros

Si estás emprendiendo o quieres emprender, grábate esto a fuego: un cliente no es una venta, es una persona. Con dudas, con miedos, con expectativas. Y si tu relación con él se basa solo en cerrar la venta… ya estás perdiendo.

Hoy más que nunca, la diferencia entre un negocio que sobrevive y uno que fideliza está en la experiencia que generas, no solo en el producto que entregas.

Y eso significa interesarte de verdad:

  • Preguntarte qué necesita esa persona más allá de lo que vino a comprar.
  • Escuchar activamente en lugar de vender por inercia.
  • Estar dispuesto a decir “esto no es para ti” si sabes que no le va a servir.

Sí, aunque pierdas la venta del momento.

¿Por qué esto funciona?

Porque estamos saturados de empresas que solo quieren vender. Y cuando alguien te mira a los ojos (o te responde un email) y se nota que le importas de verdad, eso marca una diferencia brutal.

Ese cliente puede que no compre hoy, pero:

  • Volverá cuando esté preparado.
  • Hablará bien de ti.
  • Y, lo más importante, te va a respetar.

Y en un mundo donde la confianza vale oro, eso es mucho más valioso que una venta rápida. Yo, de hecho, (Sergio, el gemelo del moñete) he hecho ventas a clientes 4 años después de que contactaran conmigo.

Consejo práctico para aplicar desde ya (esto es brutalísimo):

Haz seguimiento incluso cuando no te compren.

“¿Cómo te fue con lo que hablábamos la otra vez?”
“¿Pudiste resolverlo al final?”
“¿Necesitas ayuda con esto que comentaste?”

Ese tipo de gestos son los que construyen relaciones, no solo conversiones.

9. Fórmate o muere: el conocimiento es tu ventaja competitiva

Hay una verdad que no cambia sin importar en qué sector estés: si no te actualizas, te quedas atrás. Y no porque seas malo, sino porque todo avanza. Y avanza rápido.

Los clientes evolucionan, las herramientas cambian, las expectativas suben… y tú, como emprendedor, no puedes darte el lujo de quedarte haciendo las cosas “como siempre se han hecho”.

Emprender desde cero no se trata solo de tener una buena idea, sino de tener la humildad de saber que nunca lo sabes todo, y el compromiso de estar en aprendizaje constante. Y no solo te formes en tu sector, formarte en negocios, finanzas, desarrollo personal

¿Por qué esto marca la diferencia?

Porque la mayoría se queda en la rutina. Y tú puedes destacar con cosas tan simples como:

  • Conocer antes que otros una nueva herramienta que te ahorra horas.
  • Implementar una tendencia que ya funciona en otro país o sector.
  • Actualizar tus procesos para que tu cliente diga “¡Guau! Esto es diferente.”

No tienes que reinventar la rueda, pero sí entrenarte para conducir más rápido y mejor.

Consejo accionable (y sencillo):

Cada trimestre, marca en tu calendario un espacio fijo para formarte:

  • Un curso (online o presencial).
  • Un libro o podcast que te rete.
  • Una feria, congreso o evento de tu sector (aunque sea por curiosidad).
  • Una conversación con alguien que vaya dos pasos por delante.

No todo aprendizaje cuesta dinero, pero sí requiere intención.
Y lo mejor: mientras otros improvisan, tú estás construyendo ventaja competitiva.

Y el último, de regalo:

10. Rodéate de personas vitamina

Hay un secreto del que casi nadie habla cuando empieza a emprender: el entorno pesa más que el plan de negocio. Porque puedes tener la mejor idea del mundo, pero si estás rodeado de personas que dudan de ti todo el tiempo… es cuestión de días que empieces a dudar tú también.

Por eso es clave construir tu círculo con intención. Como si estuvieras eligiendo a tu equipo de supervivencia en una expedición larga y exigente —porque eso es el emprendimiento.

Personas vitamina vs. personas tóxicas

A estas alturas ya lo sabes: hay gente que te impulsa… y otra que te quita las ganas de todo.

  • Las personas vitamina te inspiran, te retan sanamente, creen en ti aunque aún no tengas resultados y celebran tus pequeños avances.
  • Las otras… bueno, esas que ante cualquier idea sueltan un: “Eso ya lo ha hecho mucha gente” o “¿y si te sale mal?”. Spoiler: todo el mundo tiene una tita Conchi así.

No se trata de juzgar a nadie, pero sí de decidir a quién escuchas más. Porque emprender con la energía correcta alrededor te cambia el ritmo, el foco y la resistencia.

Referentes y aliados: tu escudo mental

Además de evitar la queja crónica y el pesimismo contagioso, rodearte de personas vitamina también significa buscar activamente a quienes están dos pasos por delante de ti.

Mentores, referentes, comunidades emprendedoras (digitales o presenciales), incluso cuentas en redes que compartan contenido que te nutra. Lo importante es que alimentes tu mente como alimentas tu cuerpo: con lo que te hace bien.

Esto nunca falla:

Haz este pequeño filtro de energía:

  1. Piensa en alguien con quien sueles hablar de tu proyecto o tus ideas.
  2. Pregúntate sinceramente:
    • ¿Cómo me siento después de hablar con esta persona?
    • ¿Me siento con más claridad y motivación… o con más dudas y miedo?

Hazle hueco a quien te recarga. Dosifica (o limita) a quien te apaga. Tu energía es gasolina, y no puedes regalarla a cualquiera.

Si te ha molado lo que has leído, te recomendamos ver alguno de los programas de nuestro showcast Emprende Sin Atajos: